miércoles, 11 de enero de 2006

Sin nada que hacer

Y hoy al igual que ayer, estoy sin nada que hacer. Si te dicen que no hay problema por no hacer nada, acéptalo. He decidido esperar, ya habrá días para lamentar tanto trabajo. Cuando entras en un equipo nuevo has de esperar y adaptarte, así tengo más tiempo para hacer nada, cosa que me encanta. Hoy voy a meditación, tengo bastante curiosidad por saber qué nos contará hoy. Carlos me parece una persona muy interesante, transmite tranquilidad. Últimamente yo estoy igual, mucho más serena. Es muy agradable estar en paz: tras 26 años de guerra. He vuelto a coger "El poder del ahora", he empezado a leerlo en el metro y me ha absorvido, deseo volver a casa para leer y meditar sobre la mente y nuestras limitaciones. Ayer me dijo mi madre que porqué no le había comentado lo de las ventosas que le dijo Ana (masajes), que cada vez que vaya me va a dar masajes y me va a quitar estas cosas que tengo en la cabeza. Hoy tengo ganas de escribir como un diario, hoy estoy muy relajada y me siento bien, soy consciente de la transitoriedad de este estado y que en cualquier momento llegarán fenómenos que perturben mi calma, pero estoy preparada para aceptarlo todo con el mejor ánimo posible. Quiero estar donde estoy, y de la forma que estoy. Quiero tener esta vida, sé que todo es mejorable y también sé que tengo tiempo para mejorarlo. De nada sirve la ansiedad, la zozobra el desasosiego, la insatisfacción que me ha llevado a desesperar durante tantísimo tiempo. Todo este tiempo de lucha, de agonía de llantos y lamentos, todo este tiempo de sufrimiento, de castigo de heridas abiertas que siguen sangrando. Todo este tiempo de búsqueda desesperada, de dolor, de incomprensión, de agote físico y mental me han llevado a este estado: un estado de apertura, de amor hacia mí misma, de comprensión, de aceptación, de tranqulidad y de fuerza. Al leer esto espero evocar este estado cuando pierda la brújula de mi vida.