jueves, 6 de octubre de 2005
Mala leche
Tanta mala leche que ni me lo creo.
Me han sentado mal hasta los cariños, imagina cómo me sienta la oficina.
Falsedad, hipocresía y seres vacíos y putrefactos.
Desagrado, desvaríos y pequeñas prostituciones de la amistad en función de los intereses.
Hoy pesa demasiado el mundo, tanto que mis labios no se mantienen derechos y caen, los vence el peso de la gravedad y parezco la máscara triste del escenario teatral.
Qué nos hará tener días así, tan cruelmente claros.
O será que el resto de los días hay algo que nos engaña.
Qué hijo de puta es mi jefe.