jueves, 4 de marzo de 2004
¿no os plantearéis también por qué a la silla la llamamos silla y al gato, gato?
Sacar las palabras de su contexto, pesarlas en nuestras manos, lanzarlas contra otras realidades, hacer que choquen entre sí... ¿no nos puede acaso hacer ver con mayor claridad (como si lo viéramos por primera vez) el mundo?